
PRIMERAS IMPRESIONES
No creo que la gente, de entrada, nos caiga bien o mal en base a un raciocinio muy concienzudo. Quizás nos lo parezca, pero una servidora cada vez está más convencida de lo contrario. El primer impacto cuenta mucho, tanto, que uno construye simpatía o no en base a eso. Me explico, o al menos lo intento: fulanito/a nos es presentado y algo al instante nos conecta con él, activa nuestro buen rollo más profundo… no sabríamos explicar mediante la razón porqué nos resulta casi divino, tiene ese algo encantador que no sabemos explicar y que nos atrapa al instante. O a la inversa, nos cae como una patada en el estómago, nos incómoda, que no nos “cuadra”, vamos…
Tengo la teoría de que en nuestro subconsciente guardamos celosamente “plantillas” -confeccionadas por la experiencia- desde nuestra más tierna infancia, y que ante las sucesivas personas que se cruzan en nuestra vida, encajan de alguna manera, o no … quizás nos recuerde su constelación de pecas y andares precipitados a ese primo tan ausente y querido a la vez, o en ella, esa manera suave de quitarse el abrigo, un maquillaje de párpados extrañamente azul, el aroma de tabaco mezclado con perfume de pachulí, a esa profesora de plástica a la que admirábamos por joven y por llevar un macuto muy "progre" garabateado con boli …quién sabe…el caso es que esa persona ya puede hacer gala de comportamientos que en otros nos ponen los pelos de punta al instante... en ella simplemente se relativizan y le otorgamos nuestra mirada más complaciente y benevolente, y eso sin darnos cuenta; si por ejemplo se ríe a carcajadas, indiscretamente escandalosas,(y eso normalmente no lo soportamos ni en nuestra madre )en él no percibimos más que una inocente efusión que se escapa de su alma, aún de niño la mar de espontáneo…si le da al café más vueltas que un molinillo y eso nos crispa con cualquiera otro que no sea santo de nuestra devoción, en esa persona nos resulta una pincelada exquisita de persona meticulosa y casi aristocrática… Y a la inversa. Comportamientos graciosos nos resultan del todo repudiables e insoportables…así somos. O así soy yo…rectifico.
Una aséptica objetividad en definitiva, suele brillar por su ausencia, a no ser que caiga repentinamente, y ante nuestros ojos, un disfraz apañado maquiavélicamente para engañarnos con sutil alevosía, lo que no suele ser el caso…entonces ¿cómo se puede llegar a ser frío y analítico sin renunciar al bagaje inevitable de nuestras experiencias pasadas?
Habría que dejar el beneficio de la duda a la primera impresión de impacto, tanto a la entusiasta como a la nefasta, dejar pasar el tiempo y que el brillo primerizo, después del deslumbre, se opaque un poco para ver más claro, e intentar encajar como en un puzzle posteriores detalles del sujeto en cuestión…
A ver si dejamos que el tiempo recoloque en su lugar las primeras impresiones, las corrobore o incluso borre de un plumazo. Que todo puede ser…