R A R E

En el amplio y vasto mundo del MIEDO en mayúsculas, hay tantas categorías como estados de ánimo producen cierta visiones, imágenes o situaciones. Hay gamas, tonos e intensidades. Hay incluso una "calidad"que no por menos "usada" o citada deja de tener su importancia. Se trata de la "extrañeza". Más sotisficada, quizas, que la mayoría de temores , se solapa en lo cotidiano, lo cual le dota de un efecto más insano si cabe. Pongamos un ejemplo, o mejor, que lo ponga un maestro en este campo del que hablamos: Chicho Ibañéz Serrador: imaginemos que vamos tranquilamente dando un paseo por el campo. De pronto oimos el agudo llanto infantíl, de un niño de pocos meses, o quizás menos edad. Buscamos el origen del mismo y al fin nos encontramos con un capazo dentro del cual se agita un robusto y hermoso bebé. Lo sacamos con cuidado de él, lo alzamos para calmarle y la sonrisa y mimos que le dedicamos, surte al fin, el efecto esperado: sonrie...se rie...mostrando una perfecta dentición para un niño de semanas, aproximadamente...¿no es inquietante?, ¿no produce EXTRAÑEZA?. Aqui no hay sangre, ni dolor, ni espectros ni rostros amenazantes, sin embargo...es algo sutíl y dificil de definir que hace se te hiele la sangre. Otro ejemplo, esta vez personal: vivo cerca del campo, con lo cual pajaros, y concretamente palomas, están "a la orden" del día por los alrededores. Bien, este verano, estando en casa, de pronto oí un ruido extraño que venía de mi dormitorio. En casa no había nadie más que yo, los gatos estaban a mi lado, y el sonido era de orígen natural, no parecía provenir de ningún aparato o máquina. Subí, con el alma en vilo, y me atreví a abrir la puerta: era una paloma que se había colado por la ventana y ahora no sabía como salir del lugar. Daba vuelltas enloquecida, por toda la habitación, sobrevolando, rozando casi mi cabeza en su frenética y agitada búsqueda de salida. El impacto y sobrecogimiento fué enorme. Se trataba sólo de una paloma, una inofensiva paloma, PERO ESTABA EN UN SITIO EXTRAÑO, fuera de contexto. Y aquello, aunque parezca una tontería, me asustó lo suyo. En los dos casos se tratata de eso, de la "extrañeza", la desubicación que rompe esquemas, a veces de la manera más apararentemente, inofensiva. El fuera de lugar. Creo que su efecto es eficaz por que de entrada, no sabemos explicarlo, no pasa por la razón y el contexto en el que se produce, es de lo más cotidiano. Activa un resorte primitivo que nos paraliza. Me pasa, en grado menor, claro, con un anuncio de la tele. Se trata de aquel en el que un cliente entra en una entidad bancaria ( no se cual, ¿puede ser CajaMadrid?, en fin, no sé...) y, tras explicar que se ha quedado en el paro, pide una hipoteca. Inmendiatamente el de la Caja se levanta y se coloca de espaldas. Se gira, y sigue de espaldas. Como él, otros trabajadores, los otros clientes. El protagonista, claro, se queda atónito. Pues a mí, este anuncio me da "yuyu", mucho "yuyu", y es que se trata de eso, de la extrañeza...