









¡Pero que me han hecho! Dios Santo...mi periplo, mi peregrinación de pelu en pelu se atisba ahora más larga y penosa que nunca...añadiría incluso que no veo la luz al final de túnel...va ya la tercera...
llevo sólo desde este verano viviendo en este pueblo y soy de las que piso la peluquería por extrema necesidad (si, soy plenamente consciente que tras las puertas de estos concurridos establecimientos se esconde un infinito mundo de posibilidades estéticas capilares que le cambian la vida a una, pero...). Es decir, voy a ellas con una pereza infinita y temiendo que , el encuentro de mi dialecto con el de las peluqueras (me parece que intraducible, hace bastantes años que no logro entenderme con ellas...) sea tan estéril que produzca, una vez más, una catástrofe capilar de difícil solución...por ello lo aplazo todo lo que puedo, pero ahora mismo estoy en busca y captura de una peluquería que sea de fiar o al menos interpreten correctamente mis palabras, no me parece que sea pedir demasiado...o sí. Y eso que soy extremadamente simple en mis requerimientos: ni tintes, ni doradas mechas ni permanentes ni rizos de salvaje expresión leonina...un simple arreglo a mi media melena de casi siempre (le he sido infiel con el corte a lo “garçon”, lo reconozco... ), un retoque, un escalado que me proporcione un refrescante aire juvenil ( ja, ja...que gracia me hace esta expresión...) nada más, y no entro en el club aquel de las mujeres que según el gran peluquero Alberto Cerdán, “ no se hacen mayores, se hacen rubias…”-...así que si una menda recalca como detalle incuestionable lo del flequillo, que me hagan un poquitín de caso, pero no, si les digo que el flequillo “NO”, por favor, allá van directas las condenadas, como atraídas como por mil imanes hacia él...sin consideración alguna.
El flequillo me lo corto YO, es sagrado, forma parte de mi personalidad desde que lo descubrí en BUP; aquello fue, por cierto, un amor a primera vista, jamás volví a prescindir de él, disimulaba mi abombada frente a la vez subsanaba mi eterna timidez...sin él me siento desnuda, vamos (alguna vez me he atrevido a prescindir de él y el fracaso ha sido rotundo…). Además de que ha de ser especialmente largo (sin llegar al punto de mi adolescencia, en la que el profe de física me apodaba la cortinillas... me rozaba las pestañas, una exageración, la verdad...), por que unos centímetros de menos y el efecto es devastador, como el que ha logrado hoy, sin ninguna piedad y nulo sentido estético, una autista con tijeras y bata morada, muy cool, eso si...Reconozco que el flequillito corto queda gracioso en según que caras...les da un aire retro-angelical-colegiodemonjas muy alternativo ( a las que lucen se las llama lalys, tengo entendido en honor a nuestra querida Laly Soldevilla...) pero a mí me da un aire kaleborroca que no me favorece nada, y me hecha diez años encima, y me pone como una moto por que no me siento tan protegida y...je suis desolée...se ha pasado tres pueblos la moza...me ha pillado con los reflejos más lentos que de costumbre y cuando he reaccionado, después de leerme las juergas de los hijos de Carolina de Mónaco unas quince veces (soy de las que hablan lo imprescindible y para disimular leen lo que sea…) el crimen ya se había cometido...allí yacían, en el frío suelo de baldosas op-art, más centímetros de los convenientes de mi imprescindible flequillo...Brrrrrr...-"¿quieres que te ponga espuma para darle un aire más…”- me pregunta dicharachera la chica haciendo uso de su mecánica cortesía peluqueríl - “Eeeeehhh...hmmmmm...esto...nooooo..Déjalo yaaa..bonita...ASÍ ESTÁ BIEN...!!
Un arreglo más y salgo de la peluquería transmutada en una coliflor andante y echando más chispas todavía...
Mi corte me recuerda a uno que llevaba Jane Fonda en la época en la que rodó Klute, época en la que también se le inflamó su vena activista manifestándose contra la guerra de Vietnam, pero es que a ella le quedaba fetén, de hecho a ella le queda bien todo, pardíez...
Esperaré, esperaré revisando cada día, con lupa y como una maníaca desquiciada delante del espejo, a que crezca mi franja y alcance su adecuada longitud...la perfecta...la ideal...y rezaré para que esa asesina de flequillos, la Hannibal caníbal de mechones coja un constipado de órdago que la deje fuera de circulación una buena temporada y no pueda salir de marcha con su novio a menear sus largas extensiones color caoba... ¡HALA!



PINK SMILE