nancicomansi

UNE FILLE TOUTE SIMPLE

Nicolette de Trastámara y Pernaud se desliza exquisista entre los paparazzis que la acosan, sonriente y pausada, con el alma fracturada, pero bella. Solemne se encamina, (sin gafas de sol), hacia un coche gris perla que la espera junto a un chopo. Justo en la puerta delantera, y de pronto, se gira en pirueta juvenil y saca de su gran bolso una cartulina blanca, en la que, una vez una vez dispuesta frente a los fotógrafos, se puede leer: -“AURREVOIR A TOUTS, MES CHERIS”.
La letra es ancha y triste como su sonrisa de despedida.

Enviudó hace seis meses del Conde italiano de Trastámara, de Francesco, de su querido Cesco. La prensa confeccionó con todo ello, de manera harto obscena y descarnada; prolija y a todo color, la salsa indispensable para aquel verano.
Cuando la brecha abierta se cerró apenas un milímetro, hizo acopio de fuerzas, y decidió abandonar para siempre una “dolce vitta” que nunca le acabó de convencer del todo. Dejaría fastos y fiestas, apariciones fantasma en desfiles y galas benéficas; Diores y Guccis , brillos y exclusivas en pos del reverso más opaco y asequible de la vida…”AURREVOIR A TOUTS, MES CHERIS”…

Fue fácil desembarazarse de trajes y joyas; Procedió para ello con la cautela que aparece tras una reflexión a conciencia, desconcertando a extraños y allegados pero firme; así que, unos fueron a parar a las fauces siempre abiertas de primas y amigas hambrientas de lujo; y las segundas, convenientemente vendidas para posteriormente ir a parar a instituciones de menguada economía, y aspiraciones contrastadamente altruistas…El cambio externo iba a ser definitivo. Y definitorio de los matices que su interior por fin había adquirido , madurado de golpe en sus mansos tonos y a su pesar, por un azar de ciega trayectoria.

Se instaló en el corazón mismo de la Provenza francesa; en un pueblecito apenas seducido por la actualidad más rutilante, empecinado en trapichear con una vida simple y naturalmente aromática: su tesoro eran infinitos y violáceos campos de lavanda…Allí se instaló Nicolette, con su mastín “Sardine” y una gata blanca y vieja llamada “vache”.

Se olvidó por completo de exfoliantes, mascarillas para el pelo, lacas de uñas y perfumes; resumió su vestuario a cuatro prendas casi monacales, uniforme suficiente para esos interminables paseos por el campo en bicicleta; y almuerzos con la cincuentona charcutera Sra. Martine y el maestro de la escuela.; La única escuela del pueblo.

Pan con aceite y sol y risas y margaritas en jarrones de loza blanca, y vino y amor, y abejas esquivadas de la mano del pequeño Louis, y abrazos y sol, y risas…
Nicolette vuelve a ser feliz.