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CHEZ SUZETTE

11’30 de la noche. Reservado « salon les Bleus » del restaurante « CHEZ SUZETTE », rue Montparnase,21, París. 1989.

Llueve. Frágiles perlas de agua, estallando salpican de plata las vidrieras emplomadas del salón. Dentro se encuentran Monsieur Romagnón y su amante mlle Zoé Jolicoeur, a punto de tomarse un último y dulcísimo licor.

Un espejo lleno de arañazos y líneas gravadas, detrás de ellos, reproduce el cenit de esta cita secreta; refleja fiel como M.Romagnon retuerce sus bigotes y aprieta con ternura, la mano enguantada en blonda de la muchacha; aspira con pasión mal disimulada el aroma a canela y miel de su cuello, para luego pasar a besar la punta de sus dedos…entonces, melosa y fría, pero con el punto chispeante que proporciona un buen champán, Mlle. Zoé se atreve a revolver en el bolsillo del frac y extrae, como mago de la chistera, una cajita envuelta en papel de seda color gris perla; la rasga ansiosa, la abre, y él se lo permite; Al fin y al cabo, cualquier momento es el propicio si eso acelera el corazón de ambos, piensa su acompañante.

Y el de ella casi estalla: del estuche brota un anillo coronado en diamantes. O eso parece. Pero Zoe lo saca cauta,y se lo coloca seria muy seria y solemne.
-¿Y? ¿Acaso no es de tu gusto, mi pequeña? Murmura M.Romagnon.
Por toda respuesta, ella se gira y raya con la piedra del anillo, el espejo de detrás. No hace más que comprobar la autenticidad de la joya, como lo hicieron antes que ella otras desconfiadas amantes a las que también agasajaron con alhajas.

El espejo del reservado de Chez Suzette guarda este secreto en el mapa de sus bosquejos gravados.