nancicomansi

LA CLEF

Mi mamá es especialista en hacer coincidir perfectamente las puntitas de las sábanas cuando las dobla; en "rematar", con la palma de la mano, la perfecta "lisura" de la colcha de una cama recién hecha, en dejar sin un atisbo de arruga, una inmensa cortina de lino fino. Mi mamá cose como lo haría un monja clarisa: puntadas de "hormiguita y minuciosidad prístina. Mi mamá es así, Yo por desgracía, no. Reconozco que de pequeña, su afán por inculcarme tal meticulosidad me agobiaba bastante. Recuerdo como me fastidiaba tener que colocar las toallas alineadas al milímetro. Ahora, cuando voy a su casa y abro un armario, me admira esa perfecta geometría de algodón.
Siempre he sido bastante caótica, me gusta la improvisación e incluso encuentro entrañable cierto bohemio desorden, pero un mínimo rigor es imprescindible. Y aunque para mí es casi un esfuerzo contranatura dedicar más de dos minutos a recolocar en fila india los calcetines, por ejemplo, estoy segura de que, al menos el intento, contribuye a desarrollar un eficaz autodomínio sobre uno mismo. Es un "tour de force" que posee, en su sencillez ( ¡fuera libros de autoayuda!) todas las claves para evitar la dispersión y dejadez. Rigor=eficacia. Se acabó justificar el "batiburrillo" en el cajón de los pañuelos en pos de la creatividad ( eso me lo decía a mi misma para minimizar mi sentido de culpa por un cierto desorden...). Y eso que soy limpìa, hasta pulcra ( quizás "desgaste" la ropa de lavarla tan a menudo...), pero como la paciencia no se cuenta entre mis más destacadas virtudes, pronto la prisa y el arrebato, me lo desbarajustan todo.
Ayer mismo, me contaba mamá como pasaba toda la tarde de un sábado planchando una falda ( vive Dios que hasta ese punto no pienso llegar...eso no...). Claro que no era una falda cualquiera, era una con plisado "soley", que es un plisado muy "arrejuntadito" y fino; vale que las planchas de su época no contaban con la eficacia de las de ahora, y la gente no variaba de atuendo con la "alegría" con la que nosotros lo hacemos (lo que tenía la ventaja de que la cuidaban más, por cierto), pero de todas maneras, no me imagino a mi mísma, una tarde ( y nada menos que la del sábado y con veinte años...) pasándola "dale que dale" con susodicha prenda ( en mi caso, cualquier otra..). Pero repito, sin embargo y a día de hoy, me admira. Y algo de ello tengo que poner en práctica si quiero tener más control sobre mi vida doméstica ( y de paso, sobre mi misma, que la concentración, ayuda ...)
Empezaré esta tarde mismo con mi colección de bisutería y abalorios. Los separaré por colores, o quizás mejor tamaños...ufffff! Dios nos coja confesados...