Faltábale tesón, paciencia, metodología de la casera, pero también de la más eficaz. Sabía, y era verdad, que a él, a TEO NUNCO, sus poesías le resbalaban, le importaban menos que cero, nada, absolutamente nada. No obstante, Azarina le amaba, punto en boca siempre, de manera harto dócil; como un dulce animal en celo, le rondaba por entre los rincones de la rutina diaria; se restregaba voluptuosamente en una, y cada una, de las palabras empapadas de cerveza que él eructaba, le aceptaba, en fín, ese alma banal, de brillo definitivamente apagado y mecánica previsión, como de brújula rota, sin norte ni sur, siquiera este u oeste...una brújula loca, con el engranaje interior descompuesto para siempre. A pesar de ello, TEO había sido su vida entera, y él no sopesaba siquiera la posibilidad de reconocérselo algún día...pobre, pobre Azarina, TEO no tenía el perdón de dios, ni el suyo tampoco.
Ella, sin embargo, alimentaba sus fantasías tal y como alimentaba a sus gatos: con infinito cariño y abnegada adoración, de modo que tal cosa, un día u otro, tenía que dar sus frutos.
Un sucio martes, un martes sucio repleto de airadas colillas y continuas friegas con polvos de cloro y quitamanchas de pena y disgusto, ese día realizó el más venerado de sus sueños: con su pijama a rayas rosa y verde menta, y llorando su lluvia un cielo perlado de ángeles, cruzó Azarina, ligerísima, el jardín de tulipanes, una cruz de pino fresco en su mano derecha, y en la izquierda, un gran abrelatas de plata blanca. Se dirigía, empapada y sobrecogida por lo definitivo de su propia decisión, hacia el vacío, inhóspito corazón de su amnte. Esperaba encontrarlo, y así fué, apático y omiso, con una indecente fatiga neuronal, delante de un televisor en perpetua vomitera de colores feos y chillonas voces de concurso...TEO estaba hinchándose con latas y más latas de su cerveza favorita: COAL BISHOP'S,. A ella se le descosió en un "tris", y esta vez para siempre, el último remiendo de su corazón de reina destronada. - ¡Ay TEO NUNCO, como te maldigo desde mi silencio impuesto!-.
De nada servía ya nada, ni remiendos, ni parches, ni esperanzas, ni velas ni oraciones, ni tan siquiera elixires de amor...así que, una vez dentro de la sala que ocupaba el principio y fin de su locura, se arrodilló a sus pies, besó furtiva y apasionadamente sus dedos manchados con ketchhup, y, mientras se aplicaba fervorosamente la cruz de madera en su pálida frente, abriose con el artilugio de plata la tapa de su atormentado espíritu. Cien mil palomas, para mortal asombro de TEO, invadieron la habitación en medio de un fragor altamente angelical.
6 comentarios:
Me gustan estas palabras que me van llevando de línea en línea con una velocidad inusitada...
Gracias por leerme, Detective. Me parece que si no fuera por tí y otros pocos (bueno, fieles como tú, ninguno...) cerraba el blog. ¿ te parezco un monstruo de vanidad si te digo que me entristece no me lea casi nadie?.Tendré que admitir que lo que digo no interesa. Quizás sea una prueba para fortalecer mi integridad y humildad. Sin embargo mi autestima está ahora mismo tiritando de frio...¡tacatacatacataca...!
Paciencia, nanci, todo se andará...Difícil sería que encadenando palabras como tú haces no acudiera el personal en tropel...Tiempo al tiempo
¡ que mono....!
No dejes de escribir. Te hace bien. Nos hace bien. Y, por favor, regodeate en la vanidad, disfruta de ella. Es mejor de lo que parece. Suele ser una de las causas que nos hacen movernos.
Te estoy leyendo hoy del tiron, me has descubierto a Fanny Ardant, un cuento maravilloso (la ultima cena), unas zapatillas naranjas y la intriga de si eres la de la foto.
Y qué real resulta Azarina, cuántas Azarinas y cuántos malditos Teos....
Publicar un comentario