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PHANTOM OF THE PARADISE

Músical de ópera rock, película alocada, tan decadente y rastreramente glamourosa, llena de purpurina, y lycra, con cantante afeminado con rizos de angelote incluido electrocutándose con plataformas- Frankestein –hilarante y antológico momento- exuberante y rebosante de guiños Kitsch, un barroco sinsentido apoteósico con canciones inolvidables (PAUL WILLIAMS) y protagonista desfigurado con máscara cibernética de ave rapaz,

terror y rock, una ácida crítica a esa industria discográfica que no cesa en su apuesta por el éxito fácil y adocenado, poder y mercadotécnia - y ahora lo mismo-, el argumento cocinado con los ingredientes arguméntales básicos de FAUSTO y EL FANTASMA DE LA ÓPERA pero en distorsionado y grotesco, resultando una película petarda a conciencia, exquisitamente hortera, rutilante y hasta fea, pero inolvidable,

BIZARRA,

de esas que amas u odias sin remisión, con el estómago, que te rapta o asquea, y que a mi y a Mari-nieves con doce años, nos llegó al alma por lo que nos declaramos adoradoras de Winslow Leach por los siglos de los siglos Amén.

Por todo ello, gracias San Brian de palma. Otra vez.